sábado, abril 22, 2006

Carrera docente sin fondo: la reforma de la LOU

La edición andaluza del diario El País publicaba el pasado 18/4/6 un artículo de opinión escrito por Jesús Navarro y Víctor M. Molina, profesores ayudantes de Filosofía y Química respectivamente en la Universidad de Sevilla.

Describen claramente la penosa carrera docente actual articulada en la LOU:
... según la LOU, un Ayudante que, tras haber superado un concurso de méritos, acaba sus cuatro años improrrogables de contrato, va sin excepción al paro. En caso de haber obtenido durante ese tiempo una acreditación de calidad, y siempre que se oferte una nueva plaza de Ayudante Doctor, puede competir por ella en un nuevo concurso. Caso de ganar este segundo concurso, firmaría un nuevo contrato, una vez más improrrogable de cuatro años, tras los cuales habría de repetir el mismo proceso (paro, acreditación de calidad y concurso) para intentar conseguir un contrato indefinido. Es decir: el candidato ha de pasar por tres concursos para alcanzar un puesto estable como profesor contratado (aún no como Profesor Titular funcionario) en el que cobraría, dicho sea de paso, un salario inferior al de un profesor de Educación Secundaria.
Lo que se espera de la reforma en marcha de la LOU no es mucho, si cabe pasos atrás:
Ante el asombro de toda la comunidad universitaria, las figuras de contratación estables (Contratado Doctor y Colaborador) desaparecen en dicho borrador, quedando al arbitrio de las comunidades autónomas mantenerlas o crear otras nuevas que podrían no tener carácter indefinido. De llevarse a cabo la reforma en estos términos, las perspectivas laborales de toda una generación de docentes quedarían, por lo tanto, a la espera de la regulación de nuevas figuras a nivel autonómico.
Concluyen su artículo con esperanzas:

Cabe esperar del Gobierno que, en lugar de tirar la toalla, asuma el reto de reformar la carrera docente de un modo coherente y justo. En primer lugar, manteniendo las figuras estables a nivel nacional, evitando una desvertebración del sistema universitario nacional que parece difícilmente compatible con la integración en el Espacio Europeo de Educación Superior. En segundo lugar, unificando las figuras de Ayudante y Ayudante doctor en una sola, de ocho años de duración, que evite la ruptura del periodo de formación con la interposición de un concurso. Y, en tercer lugar, estableciendo pasarelas entre las distintas figuras docentes, de modo que el profesorado vea recompensados sus logros, convenientemente acreditados por las Agencias externas de evaluación de la calidad, con estabilidad y promoción laboral.

En definitiva, se impone la necesidad de redefinir una carrera docente que ha extendido la inestabilidad laboral más allá de los cuarenta años, y que está teniendo como palpables consecuencias el desgaste del profesorado en formación y la pérdida de interés de los jóvenes licenciados por semejante carrera de obstáculos.

Para los interesados en este tema recomiendo leer los artículos que sobre el mismo ha escrito Julio Carabaña.

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