jueves, marzo 30, 2006

Algunos escritos de Julio Carabaña sobre la Universidad

Imprescindible, aunque no parece estar en la red: El "punto ciego" de la ley de universidades. Claves de la Razón Práctica, año 2002, número 119, pp. 32-41.

En La carrera del profesor universitario: cada vez más larga, más pobre y más precaria Julio Carabaña describe certeramente la situación respecto a la contratación de figuras cada vez más precarias, algo con lo que están de acuerdo tanto las administraciones que pagan a los nuevos subempleados como los indoecentes que aprueban gustosos estas malas prácticas:
Me gustaría no dejar la impresión de que si los numerarios aceptamos gustosos que la carrera docente sea cada vez más precaria, más larga y peor pagada lo hacemos sólo por calmar marcando distancias la insaciable sed de status del homo academicus acreditada por la abundante literatura sobre mandarines universitarios. No se trata sólo -permitidme la pequeña broma de esta cita de que 'el capital universitario se obtiene y se tiene a través de la ocupación de posiciones que permiten dominar otras posiciones y sus ocupantes, con todas las instituciones encargadas de controlar el acceso al cuerpo, jurados de concursos a la Escuela Normal Superior y de la agregación y del doctorado, comité consultivo de las Universidades: este poder sobre las instancias de reproducción del cuerpo universitario asegura a sus detentadores una autoridad estatutaria, suerte de atributo de función que está mucho más ligado a la posición jerárquica que a propiedades extraordinarias de la obra o de la persona y que se ejerce no solamente sobre el público de rotación rápida de los estudiantes, sino también sobre la clientela de los doctorandos, al interior de la cual se reclutan de ordinario los asistentes y que está situada en una relación de dependencia difusa y prolongada. (Pierre Bourdieu, Homo academicus, Minuit, París, 1984:112). Sin duda que operan motivaciones de distinción, que conllevan fuertes tendencias al cierre de las categorías superiores. Para constatarlo, basta con escuchar al titular recién nombrado razonar la conveniencia de aumentar los escalones de la carrera docente para que no falten estímulos. Pero hay también fuertes presiones que nacen del seno mismo de la organización, sin que nadie se lo haya propuesto. (De esto último se puede estar absolutamente seguro: los profesores universitarios, la mayoría de los cuales imaginan sus propias acciones en el contexto del colegio invisible de la investigación científica, son tercamente incapaces de considerarlas en el entramado de una organización). Supongamos que alguien, siguiendo para más suponer mis sugerencias, propone a su departamento una especie de desobediencia civil: no colaborar en la selección y contratación de profesores asociados. Supongamos que todos están de acuerdo y que el rectorado amenaza con contestar que en ese caso no convoca una plaza que tenía prevista. Los profesores numerarios harán entonces dos tipos de consideraciones. Una, que dado que la carga docente a distribuir entre todos se mantiene, resulta un poco fastidioso prescindir del alivio de uno o dos créditos que el profesor asociado supondría, no desde luego por los créditos en sí, sino por la posibilidad de dedicar ese tiempo a la investigación. Dos, que dado el paro reinante, da realmente cargo de conciencia impedir la creación de un puesto de trabajo por el solo motivo de que está mal pagado; todos conocemos doctores o becarios del propio departamento, excelentes y muy prometedores alumnos, que estarían encantados de iniciarse en la docencia y poner un pie en la Universidad mediante este puesto, incluso si su sueldo es bajo y sus condiciones precarias. Así pues, nos encontramos ante una elección bastante clara. De un lado, una posición estúpida, que perjudica a los que estamos y daña a los aspirantes; de otro, una acción inteligente que nos beneficia a nosotros y ayuda a los demás. Evidentemente, es vano querer ir contra corriente y ser una excepción a las tendencias generales. En las actuales condiciones de paro y precariedad en el mercado de trabajo, ¿puede la Universidad contratar sólo funcionarios vitalicios con altos sueldos iniciales?. Y aquí unos ponen cara de haber desvelado con su talento crítico el peor secreto del enemigo, y otros de haber encontrado un programa de acción. Pero todos están de acuerdo en contratar asociados .....

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