sábado, octubre 28, 2006

Publicamos para difundir el conocimiento que generamos. Ya.

Leyendo este artículo, y especialmente este párrafo que traigo aquí, no comprendo cómo es que los profesores universitarios, esquizofrénicos donde los haya (indoecentes por un lado e investigadores por otro), contando en sus aulas con cientos de futuros licenciados e ingenieros, entre los cuáles se encuentran sus futuros colegas, no aprovechan para difundir entre ellos el conocimiento que crean a diario en sus investigaciones, y en su lugar tratan de evitar a los alumnos como a la peste, buscando cualquier escusa para no dar sus clases.

"No es cuestión de instaurar una especie de culto a las revistas de alto FI, sino de atender a la esencia del oficio de investigador, cuya misión no es otra que incrementar el conocimiento y difundirlo. No confundamos las cosas. Los investigadores no publicamos para obtener financiación o promoción, sino para difundir los conocimientos que generamos. Y cuanto más importante sea el conocimiento generado y más eficaz sea la difusión, mejor ejerceremos nuestro oficio. Y, claro es, los vehículos más eficaces son las revistas de alto FI de cada especialidad, que todo el mundo lee y a las que todas las bibliotecas están suscritas."

¿Revistas que todo el mundo lee? En el libro Impostors in the Temple Martin Anderson cuenta cómo en su disciplina, la economía, pocos catedráticos leen, no ya los artículos, sino los títulos de los mismos que aparecen en las 2 o 3 mejores publicaciones.

¿Soy yo el único que ha visto en las mesas de mis colegas, y en la mía propia, cerros (de decenas y centenares) de las primeras revistas del campo atrasadas y sin sacar de sus envolturas? Puede haber varias razones que expliquen este hecho. Una es que las leen en Internet. Pero esto no explicaría que este fenómeno lo lleve observando desde hace varios lustros. Otra razón que lo explicaría es que las revistas publican artículos que ya fueron leídos cuando sus autores los publicaron en sus páginas web o difundieron sus descubrimientos en las conferencias. De nuevo esto no explicaría que esta práctica sea ya muy antigua, previa a la aparición de los informes técnicos en el web.

En cualquier caso, estando las revistas en sus bolsas de plástico en las mesas de los despachos y en las estanterías de las bibliotecas sin que sean consultadas (acuda vd a la hemeroteca de su universidad y tabule las entradas y salidas de profesores y alumnos a la misma), habrá que convenir que las revistas son un medio desfasado e inútil, pues ni se abren, lo que evidentemente falsaría la tesis del autor. Los investigadores NO publican en las revistas para difundir el conocimiento generado. Pero, entonces, ¿para qué lo hacen?: para obtener financiación y prestigio. Dinero y vanagloria.

Si la tesis del autor fuese cierta veríamos a más investigadores intentando mejorar el proceso de difusión de su conocimiento, publicando en lugares fácilmente accesibles para todos los investigadores, y no en las revistas. Publicando para maximizar la difusión en sitios públicos como plos.org por ejemplo, en lugar de estar constantemente intentando colar en revistas de alto índice de impacto (según el ISI) sus escritos. Tampoco les veríamos a todas horas recomputando y comparándose con el vecino mediante múltiples fórmulas los muchos o pocos puntos que han alcanzado, los índices de impacto conseguidos,... y en definitiva, sí, la mucha o poca financiación y/o vanagloria que con ello podrán alcanzar. Conozco casos patológicos, cual si de estrellas de la prensa del corazón se tratase: buscando todas las mañanas su nombre en las revistas del colorín.

No es malo que lo hagan, son humanos, pero sí dice muy poco de su alcance intelectual el que traten de ocultarlo tras un halo de falsa bonhomía academicista.

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